REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
EN SU NOMBRE
JUZGADO SUPERIOR EN LO CIVIL, MERCANTIL, TRÁNSITO Y DE PROTECCIÓN DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO MIRANDA
Expediente: 05-5799.
Parte demandante: Ciudadanos ROSA MARIA DOS SANTOS LÓPEZ y MARIO DOS SANTOS ROSA, de quienes no constan datos en el cuaderno de medidas.
Apoderado judicial de la parte demandante: Abogado Daniel Petter Nieto, inscrito en el Inpreabogado bajo el No. 64.754.
Parte demandada: ALBERTO MENDES y EDUARDO DOS SANTOS DE CONCEICAO, venezolanos, mayores de edad, de este domicilio y titulares de las cédulas de identidad Nos. V-6.865.749 y V-11.042.182, respectivamente.
Apoderados judiciales de la parte demandada: No consta en autos que hayan constituido apoderado judicial en el proceso.
Pretensión: Rendición de Cuentas.
Motivo: Incidencia Cautelar.
Titulo I
Capitulo I
ANTECEDENTES
Compete a este Juzgado Superior, conocer en segundo grado de jurisdicción vertical del recurso de apelación interpuesto por el abogado Daniel Petter Nieto, apoderado judicial de la parte actora, contra el auto dictado en fecha 04 de abril de 2005, por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Miranda, en donde se niega la solicitud de medidas solicitadas.
Recibido el expediente, en fecha 03 de mayo de 2005, se fijó el décimo día de despacho siguiente, a la referida fecha, para que las partes presentasen sus informes, conforme a lo dispuesto en el artículo 517 del Código de Procedimiento Civil. En la oportunidad para ello, consta en autos que solo la parte recurrente, en fecha 11 de mayo de 2005, consignó el respectivo escrito.
Vencido el lapso para la presentación de observaciones, y encontrándose el presente expediente en estado sentencia, el Tribunal lo hace bajo las consideraciones siguientes:
Capitulo II
DEL AUTO RECURRIDO
Mediante auto de fecha 04 de abril de 2005, el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Miranda, negó las medidas solicitadas por la representación judicial de la parte demandante, bajo las siguientes consideraciones:
“…los requisitos para el origen de las medidas cautelares y sus diversas modalidades, se encuentran contempladas en los artículos 585 y 588 del Código de Procedimiento Civil, respectivamente. Es así como el artículo 585 dispone… Consiguientemente de acuerdo a la normativa antes transcrita el juez puede acordar alguna de las medidas cautelares, siempre que el solicitante acredite al menos sumariamente, además de la apariencia del buen derecho, la existencia del riesgo efectivo de que pueda frustrarse la ejecución del fallo. En este sentido ha sido conteste la doctrina en afirmar que dicho riesgo debe aparecer manifiesto, es decir, palmario o inminente. En el presente caso, este tribunal con el propósito de verificar si están dadas las citadas condiciones de las cuales depende en definitiva la facultad de decretar las medidas cautelares solicitadas, debe proceder a revisar prima facie las pruebas acompañadas por el requirente, no sin antes dejar establecida la premisa de que la parte contra quien pueda obrar la misma debe considerarse amparada por la presunción de buena fe en todos sus actos, a menos que se demuestre lo contrario, y que en tal sentido, no ejecutará ninguna conducta violatoria del cuidado debido a los bienes fundamentales necesarios para garantizar las resultas del juicio y responde, en cualquier circunstancia por el cumplimiento de la sentencia.
…
En el caso sub-judice, solicitan se decrete medida innominada de innovar en el inmobiliario de la empresa demandada, designación de administrador por este despacho a costa de los demandados, así como medida de prohibición de enajenar y gravar sobre bienes inmuebles que se describe en los anexos marcados con las letras B, C, D, E y F, pero es necesario señalar que no basta solo el alegato formulado por el apoderado actor para la procedencia del decreto de las cautelas señaladas, sino que debe demostrar, como se desprende de la propia ley, al menos la existencia de indicios graves concordantes entre si, que puedan hacer presumir que quede ilusoria la ejecución del fallo. En efecto por su característica instrumentalizad, las medidas cautelares no están aisladas de su utilidad básica para el proceso y por ello escapan al capricho tanto de las partes que las solicitan, como del propio juez.
Analizada la tutela cautelar solicitada con los criterios expuestos, considera el tribunal que no se encuentran llenos los extremos de los artículos 585 y 588 del Código de Procedimiento Civil que autorizan a decretarla, siendo que el Juez no está obligado a conceder ninguna medida si se opone a ello su prudente arbitrio, aun cuando se llenaren los requisitos indicados en la norma.”
(Fin de la cita)
Capitulo V
DE LOS ALEGATOS EN ALZADA
Mediante escrito presentado ante esta Juzgado Superior, la representación judicial de la parte actora, entre otras cosas, alegó:
Que el Tribunal de la causa, obvió el análisis de los alegatos expuestos por el solicitante en diligencia de fecha 22 de marzo de 2005, referentes a las actuaciones practicadas por el Juzgado Ejecutor de Medidas de los Municipios Plaza y Zamora de esta misma Circunscripción Judicial; al procedimiento que por motivo de despido masivo siguen los trabajadores de la empresa que es administrada por la parte demandada, obviando la motivación que privó en el dispositivo del auto contentivo de la sentencia interlocutoria, motivo de este recurso de apelación.
Que no existe concordancia entre los términos planteados en la diligencia de fecha 22 de marzo de 2005 y el auto de fecha 4 de abril de 2005, referente a la clase de libro que no fue encontrado, ya que el tribunal de la causa decretó en fecha 28 de enero de 2005 medida preventiva de embargo, lo que exactamente practicó el Juzgado Ejecutor de medidas.
Que consta en el acta contentiva de las actuaciones practicadas por el Juzgado Ejecutor de Medidas de los Municipios Plaza y Zamora de esta Circunscripción Judicial, de fecha 07 de marzo de 2005, que según lo dicho por la Secretaria de la empresa, los libros de los accionistas se los llevaron, a causa de un gran lluvia que inundó gran parte de la empresa con excepción del área administrativa, por lo que procedieron a solicitar al Tribunal Ejecutor abrir dicha área a los fines de verificar la información proporcionada por la secretaria, siendo tal pedimento autorizado y constataron en esa área unos libros contables con excepción de los de accionistas; procediendo el referido tribunal a fijar nueva oportunidad para volverse a constituir en la empresa. Llegada la oportunidad, igualmente fue infructuosa la materialización de la medida, ya que el ciudadano Alejandro Márquez Losada, quien manifestó ser apoderado sin poder, de la parte demandada, dijo que dichos libros habían sido trasladados a la parte baja del matadero para su seguridad.
Que, es evidente la clara voluntad de impedir el que se materialice la medida decretada, actitud ésta que ya deja de por sí ilusoria la propia materialización de la referida medida de embargo.
Que se encuentran llenos los extremos de ley contenidos en los artículos 585 y 589 del Código de Procedimiento Civil, pues es evidente la existencia del riesgo manifiesto de que va a quedar ilusoria la ejecución del fallo.
Titulo II
Capitulo I
CONSIDERACIONES PARA DECIDIR
El presente recurso se circunscribe, a impugnar el auto dictado en fecha 04 de abril de 2005, por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Miranda, en el juicio que por RENDICION DE CUENTAS incoaran los ciudadanos ROSA MARIA DOS SANTOS LOPEZ y ROSA MARIO DOS SANTOS, contra los ciudadanos ALBERTO MENDES y EDUARDO DOS SANTOS CONCEICAO, identificados ut supra, en el cual se niegan las medidas solicitadas por la representación judicial del la parte actora, y, de lo cual se observa:
Por cuanto la problemática planteada se refiere, como antes se indicó, a la negativa de una medida cautelar, es importante hacer los siguientes comentarios:
Las medidas cautelares, son instrumentos de la justicia dispuestos para que el fallo dictado por el órgano jurisdiccional sea ejecutable y eficaz. Son expresión del derecho a una tutela judicial efectiva de los derechos e intereses, previsto en el artículo 26 de la Constitución de 1999.
A juicio de quien decide, en nuestra Constitución no hay ninguna norma tan perfectamente elaborada como el mencionado artículo 26, por cuanto la tutela judicial efectiva involucra, no sólo la protección de derechos, sino también la protección de situaciones jurídicas (intereses) y de relaciones jurídicas; la tutela judicial que propone el constituyente, es una tutela frente a todos los derechos, es una tutela frente a todos los intereses, incluso los colectivos o difusos.
Sobre la discrecionalidad del juez para dictar medidas cautelares, nuestra jurisprudencia ha sido inconstante al respecto, siendo emblemática la sentencia dictada por la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, de fecha 31 de marzo de 2000, con ponencia del Magistrado Franklin Arriechi, en el expediente No. 99-740, sentencia No. 88, en donde se explano lo siguiente:
“…Según el artículo 23 del Código de Procedimiento Civil, cuando la ley dice que el Juez puede o podrá se entiende que lo autoriza para obrar según su prudente arbitrio consultando siempre lo más equitativo o racional, en obsequio de la justicia y de la imparcialidad.
Ahora, en materia de medidas preventivas esa discrecionalidad no es absoluta sino que es menester el riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del fallo y que se haya acompañado el medio de prueba que constituya presunción grave de esta circunstancia y del derecho que se reclama.
Además, el Juez debe limitar las medidas a los bienes que sean estrictamente necesarios para garantizar las resultas del juicio. Así lo disponen los artículos 585 y 586 del Código de Procedimiento Civil, respectivamente.
No basta entonces que el solicitante de la medida acredite los extremos del artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, desde luego que el Juez no está obligado al decreto de las medidas, por cuanto el artículo 588 eiusdem dispone que el Tribunal, en conformidad con el artículo 585 puede decretar alguna de las medidas allí previstas; vale decir, que lo autoriza a obrar según su prudente arbitrio.
De forma y manera que, no estando obligado el Juez al decreto de ninguna medida aun cuando estén llenos los extremos del artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, no se le puede censurar por decir, para negarse a ella, que “...de los recaudos presentados no se determinan los elementos contenidos en la norma invocada” y que “... no se observa que se haya dado los supuestos del artículo 585 del Código de Procedimiento Civil”, desde luego que podía actuar de manera soberana…”
Sin embargo, en reciente sentencia de fecha 21 de junio de 2005, caso Sociedad Mercantil OPERADORA COLONA C.A., contra el ciudadano JOSÉ LINO DE ANDRADE y otros, la Sala de Casación Civil, bajo la ponencia de la Magistrada ISBELIA PÉREZ DE CABALLERO, dejó sentado entre otras cosas lo siguiente:
“…En efecto, esta razón de orden social que afecta gravemente el interés general, que debe sobreponerse frente al interés particular de cualquier persona, está afectando gravemente a quienes acuden a los órganos jurisdiccionales para solicitar la protección de sus derechos, y ello sólo encuentra justificación en una interpretación literal, completamente divorciada de la realidad social a la que está dirigida, y en un todo aislada de las otras normas establecidas por el legislador para regular el mismo supuesto de hecho, las cuales han debido ser analizadas en conjunto para escudriñar la intención del legislador.
Por consiguiente, la Sala considera necesario modificar la doctrina sentada en fecha 30 de noviembre de 2000, (caso: Cedel Mercado de Capitales, C.A., c/ Microsoft Corporation), y en protección del derecho constitucional de la tutela judicial efectiva y con soporte en una interpretación armónica de las normas establecidas en el Código de Procedimiento Civil, relacionadas con el poder cautelar del juez, deja sentado que reconociendo la potestad del juez en la apreciación de las pruebas y argumentos en las incidencias cautelares cuando considere que están debidamente cumplidos los extremos previstos en el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, debe proceder al decreto de la medida en un todo conforme a lo pautado en el artículo 601 eiusdem. Así se establece
“…Conforme al criterio jurisprudencial precedentemente transcrito, era posible que los jueces de instancia negaran la medida aún cumplidos los requisitos establecidos en el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, basándose en su prudente arbitrio; por esa razón, esta Sala dejó establecido en reiteradas oportunidades que era inadmisible el recurso de casación contra las decisiones que negaran la medida preventiva.
La Sala abandona el citado criterio, ya que el juez debe decretar la medida si están llenos los extremos de ley, sin que pueda escudarse en su discrecionalidad para negarla. En consecuencia, en lo sucesivo deberá admitirse el recurso de casación contra las decisiones que nieguen las medidas preventivas, al igual que aquellas que las acuerden, modifiquen, suspendan o revoquen, pues todas ellas son interlocutorias con fuerza de definitiva, asimilables a una sentencia de fondo en cuanto a la materia autónoma que se debate en la incidencia…” (Resaltado de esta Alzada).
Se justifica la anterior posición, ya que todo proceso debe tener además de la tutela judicial efectiva (eficacia: que el juez cumpla con lo previsto en la ley), una tutela diferenciada del proceso (efectividad). Mientras que la eficacia se vincula con la seguridad jurídica, la efectividad del proceso se vincula primero con el valor superior llamado justicia y en este sentido tenemos que el proceso es la herramienta fundamental para la realización de la justicia, y por otro lado, la efectividad se vincula con la legitimidad.
La efectividad del proceso se logra a través de la justicia preventiva, es decir, previniendo unos daños que después del proceso puede que no sean reparables. Tenemos entonces una herramienta poderosa para lograr la efectividad del proceso; y estas son las llamadas medidas preventivas.
Prevenir es anticiparse a lo que va a venir. Ahora bien, la prevención no es una función exclusiva y excluyente de los órganos jurisdiccionales. Si la legitimidad apunta a los órganos del poder público, es obvio que todos los órganos del poder público tienen esa posibilidad de prevención; es decir, es inconcebible un Estado que esté procurando su propia existencia y sin embargo se vea impedido de actuar antes que ocurra un daño.
Entonces, así como la legitimidad es una necesidad de todos los órganos del Poder Público, de igual manera lo es la prevención; por ello, la herramienta más contundente de efectividad y legitimidad, es la justicia preventiva, es la tutela preventiva; de allí que la prevención es consustancial con el ejercicio del Poder Público.
Como una de las formas de ejercicio del Poder Público, se encuentra la función jurisdiccional, dentro de la cual se encuentra el poder cautelar.
El poder cautelar es una potestad, en el entendido que implica el ejercicio de un poder público (el poder jurisdiccional) pero que acarrea responsabilidad frente a los destinatarios. Los jueces incurren en responsabilidad por medidas cautelares mal trabadas.
Ahora bien, si el Estado tiene el deber, quiere decir que los ciudadanos como destinatarios tienen el derecho de exigir el cumplimiento de ese deber. En vista de esta argumentación, se concluye que toda la tutela cautelar es un deber para los jueces y es para los ciudadanos un derecho.
En otras palabras, la tutela jurisdiccional es sin duda el ejercicio de un poder, del poder jurisdiccional, pero que comporta para los ciudadanos un derecho y para los jueces un deber. Es por ello que, “cuando a un Juez se le pide una cautela, él tiene libertad para apreciar las circunstancias fácticas o de adecuación pertinentes, pero cumplidos que sean los requisitos previstos por la Ley, el Juez no tiene libertad para conceder o negar la medida, sino que está “obligado” a dictarla, tiene un “deber”; si el Juez niega la medida, se ejerce el recurso de apelación en vista de que es viable cuestionar esa decisión y el Juez Superior debe reponer la causa al estado en que se dicte la medida en aras de garantizar el debido proceso. Las medidas cautelares “no” son facultativas de los jueces”.
En ese orden de ideas, la sentencia mencionada, en hora buena, se aparta de ese criterio reiterado por la Sala, el cual había sostenido que el dictar una medida cautelar es potestativo del juez acordarla, de manera que si un juez negaba una medida nadie podía cuestionarlo. Esta posición, que de manera errada pero reiterada sostuvo la Sala de Casación Civil, tuvo su fundamento en el artículo 588 del Código de Procedimiento Civil, el cual establece que “el juez podrá acordar las siguientes medidas cautelares” y se ha sostenido que cuando la ley dice “podrá” faculta al juez a obrar según su prudente arbitrio; sin embargo, este criterio se olvidó del artículo 585 CPC el cual habla de un deber: “las medidas cautelares previstas en este títulos las decretará el juez ….”.
A juicio de quien decide, la sentencia in comento reconoce la verdadera naturaleza e implicación de la discrecionalidad judicial, ya que señala de manera categórica que las medidas cautelares no son una simple facultad para el juez, sino un derecho de las partes, cumplidos previamente los requisitos de procedencia para su decreto. De allí que, cumplidos los extremos de ley, es una obligación para el juez decretarla, de lo contrario, se vulneraria la tutela judicial efectiva.
Otro aspecto de la tutela judicial efectiva lo constituye, en palabras del autor español Joan Pocó I Junoy; “…el derecho a obtener una sentencia fundada en derecho congruente. El autor opina, que esta manifestación del derecho a la tutela judicial efectiva se compone de dos importantes exigencias: que las sentencias sean motivadas jurídicamente y que sean congruentes.
La motivación, según criterio del Maestro Procesalista Dr. Humberto Cuenca, es “...un conjunto metódico y organizado de razonamientos que comprende los alegatos de hecho y de derecho expuestos por las partes, su análisis a la luz de las pruebas y de los preceptos legales y el criterio del juez sobre el núcleo de la controversia....” (Curso de Casación Civil. Tomo 1. Pág. 126).
La motivación debe estar constituida por las razones de hecho y de derecho que dan los Jueces como fundamento del dispositivo. Las primeras están formadas por el establecimiento de los hechos con ajustamiento a las pruebas que las demuestran; y las segundas, la aplicación a éstos de los preceptos y los principios doctrinarios atinentes.
Para la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, en constante y pacífica doctrina, por lo menos a partir de 1.906, el vicio de inmotivación en el fallo, consiste en la falta absoluta de fundamentos y no cuando los mismos son escasos o exiguos con lo cual no debe confundirse.
También ha sostenido la referida Sala en repetidas ocasiones que, la falta absoluta de motivos puede asumir varias modalidades: a) Que la sentencia no presente materialmente ningún razonamiento; b) Que las razones dadas por el sentenciador no guarden relación alguna con la acción o la excepción y deben tenerse por inexistentes jurídicamente; c) Que los motivos se destruyan los unos a los otros por contradicciones graves e irreconciliables; y, d) Que todos los motivos sean falsos.
En consecuencia, siendo la motivación del fallo un requisito formal establecido con el objeto de permitir el control de la legalidad de lo decidido, no constituyen fundamentos de hecho suficientes, la trascripción de las actas del expediente sin ningún análisis que permita establecer el por qué de la decisión, porque ello impediría controlar la legalidad de lo sentenciado.
Si bien es cierto, que el Juez no está obligado a dar “la razón de cada razón”, también es cierto que está obligado a fundamentar aun en forma exigua sus afirmaciones, ya que de lo contrario, resultarían ser meras peticiones de principio, vicio de razonamiento que consiste precisamente en dar por demostrado lo que se quiere demostrar.
La motivación de la cuestión de derecho involucrada en toda sentencia, se relaciona con la aplicación de los preceptos legales y los principios doctrinarios atinentes a los hechos establecidos en la causa, con base en las pruebas aportadas por las partes. Esta labor del Juez se denomina en la doctrina “Subsunción” que consiste en el enlace lógico de los hechos alegados y probados en el juicio a una situación particular, específica y concreta con la previsión abstracta, genérica e hipotética contenida en la ley.
Esclarecido entonces que el juez posee una discrecionalidad reglada y no absoluta, con respecto al decreto de medidas cautelares, y que al dictar la providencia que la acuerde o la niegue, es necesaria su motivación; es necesario hacer una acotación con respecto al proceso intelectivo del juez al momento de decidir sobre la cautela.
El Juez para dictar una medida cautelar, debe estudiar los requisitos contemplados en el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil. Dicha norma comprende los requisitos para que una medida proceda, es decir, su procedencia.
Sin embargo, el juez también debe analizar los requisitos para que una medida sea admisible.
La admisibilidad viene del latín mittere y significa darle entrada a algo o alguien; es franquear la puerta jurisdiccional. Todos los requisitos de admisibilidad se dictan in limine litis.
La procedencia se refiere al mérito, a las razones, a los motivos por los cuales se está pidiendo. La improcedencia se dicta al final; pero, excepcionalmente se puede decretar la improcedencia in limini litis, ello solo en los casos de improponibilidad manifiesta de la pretensión, lo cual ha sido acogido en materia de amparo constitucional.
Causales de inadmisibilidad de una pretensión cautelar:
1. Las mismas causales de inadmisibilidad de la pretensión in limini litis, (no de improcedencia, sino inadmisibilidad) son las previstas en el 341 eiusdem, es decir, que sea contraria al orden público, a las buenas costumbres o a alguna disposición expresa de la ley.
2. Como regla general se exige que la cautela se solicite pendente litis, es decir, en el transcurso de un juicio pendiente, salvo las causas excepcionalísimas de cautelares extra litem.
3. Toda actividad jurisdiccional debe tomar en cuenta los intereses generales, la tutela de los intereses generales. Hay cosas que por interés general, por interés público, no pueden ser acordadas o tuteladas. En estos casos, no se entran a revisar las razones o los méritos que se tenga; se puede tener mucho temor de que quede ilusoria la ejecución del fallo, pero no se puede decretar una medida si con ello se afecta el interés general.
Causales de procedencia de las pretensiones cautelares:
La segunda tarea que tiene que hacer el juez es revisar los motivos de procedencia, los motivos de mérito, los elementos fácticos y jurídicos de la solicitud; ellos son:
1. Fumus boni iuris: literalmente significa “humo de buen derecho”. Calamandrei nos decía que el fumus boni iuris es el calculo de probabilidades de que quien solicita la cautela, seriamente es el titular del derecho de mérito. Esto quiere decir que, técnicamente lo que se necesita acreditar preliminarmente para una cautela es “una posición jurídica que el particular posee y que por el hecho de poseerla es tutelable”. El derecho que se necesita acreditar en la cautela es el mismo derecho del fondo de la causa.
2. Periculum in mora: Este requisito no viene dado por el retardo procesal, ya que la causa de la cautela no puede estar en cabeza del juez. La causa para dictar la cautela está en manos de la contraparte, quien puede realizar actos que conlleven a que la sentencia sea infructuosa; consiste así en acreditar un verdadero peligro de infructuosidad. Se debe acreditar que el demandado está cometiendo una serie de actos que ponen en peligro, ponen en riesgo la feliz culminación del juicio principal.
Este peligro debe estar constituido por unos hechos que sean apreciables de manera objetiva; los hechos deben ser importantes para generar la presunción de que va a ser ilusoria la ejecución del fallo, e incluso debe estar constituido por hechos apreciables aún por terceros.
En el caso de las medidas innominadas, la doctrina ha agregado un tercer requisito cual es el periculum in damni el cual debe ser exigido cuando se solicite una medida cautelar innominada, prevista en el parágrafo primero del artículo 588 del Código de Procedimiento Civil, el cual consiste en el fundado temor de que una de las partes, con su conducta, va a cometer una lesión grave y de difícil reparación, en los derechos de la otra.
Establecido lo anterior, en el sub judice nos encontramos con que, la representación judicial de la parte actora solicitó:
“Primero: Medida Innominada de innovar en el mobiliario de la empresa; Segundo: Que se designe administrador por este Tribunal a costa de los demandados; Tercero: Que se decrete Medida de Prohibición de Enajenar y Gravar sobre los bienes inmuebles que se describen en los anexos b, c, d y f”
A cuya petición, el A-quo previa algunas consideraciones y citas doctrinarias consideró:
“…que no basta solo el alegato formulado por el apoderado actor para la procedencia del decreto de cautelares señaladas, sino que debe demostrar, como se desprende de la propia ley, al menos la existencia de indicios graves concordantes entre si, que puedan hacer presumir que quede ilusoria la ejecución del fallo… las medidas cautelares no están aisladas de su utilidad básica para el proceso y por ello escapan al capricho tanto de las partes que las solicitan, como del propio juez…considera el tribunal que no se encuentran llenos los extremos de los artículos 585 y 588 del Código de Procedimiento Civil…”
En cuanto al primero de los requisitos antes señalados (presunción del buen derecho), debe precisarse que él se configura cuando el juzgador evidencie que el derecho respecto al cual se solicita la protección cautelar tiene apariencia de conformidad a derecho sin incurrir con ello en un estudio detallado y profundo de lo que constituye el thema decidendum del caso.
Al respecto, de la lectura minuciosa del auto recurrido, no se desprende que el Juez, al momento de negar la medida haya verificado la apariencia favorable o no del derecho que se denuncia conculcado, y si existe adecuación de la cautela solicitada con la pretensión deducida.
Por otra parte, con respecto al segundo de los requisitos (peligro de infructuosidad del fallo), el actor afirma una serie de hechos como lo son, el de que cursa ante la Inspectoría del Trabajo de los Municipios Plaza y Zamora del Estado Miranda, procedimiento administrativo en contra de la empresa “Matadero Las Luisas C.A.”, por despido masivo y el peligro de que quede ilusorio el fallo, porque, según alega la parte actora, de las resultas de la comisión remitida por el Juzgado Ejecutor de Medidas, se evidenció la ausencia del libro de accionistas en la sede de la empresa, porque, según argumenta, los demandados lo sustrajeron sin que se evidencie del auto recurrido que el A-quo, haya efectuado el correspondiente análisis tanto de los hechos alegados para solicitar la cautela, como de los documentos acompañados a la solicitud y de las actas del expediente.
En este orden de ideas, tal como antes se acotó, tomando en consideración que, el aspecto de la tutela judicial efectiva lo constituye, en palabras del autor español Joan Pocó I Junoy; “…el derecho a obtener una sentencia fundada en derecho congruente, y que la motivación, según criterio del Maestro Procesalista Dr. Humberto Cuenca, es “...un conjunto metódico y organizado de razonamientos que comprende los alegatos de hecho y de derecho expuesto por las partes, su análisis a la luz de las pruebas y de los preceptos legales y el criterio del juez sobre el núcleo de la controversia....”, considera quien decide que, los argumentos esgrimidos en el auto impugnado, no responden a la necesaria motivación que debe tener todo auto que niegue o acuerde la cautela solicitada, máxime cuando evidentemente fueron silenciados los alegatos esgrimidos por el solicitante, referidos a las resultas de la comisión conferida al Juzgado Ejecutor de medidas de los Municipios Plaza y Zamora, donde se evidenció la falta del libro de accionistas de la empresa, objeto sobre el cual recaía la medida preventiva de embargo acordada por el Juzgado Primero de Primera Instancia, en fecha 04 de abril de 2005, aunado a ello lo referente al procedimiento administrativo en contra de la empresa Matadero Las Luisas, C.A, lo que se traduce evidentemente, en que el fallo no fue motivado, y por ende, nulo de toda nulidad, a la luz de los argumentos antes señalados. Así se establece.
Por todo lo antes expuesto, resulta forzoso para quien decide declarar la nulidad del auto que negó la medida, por haberse infringido el requisito intrínseco de la motivación, al no cumplirse cabalmente con la obligación de expresar en él, los motivos que tuvo el sentenciador para negar las medidas solicitadas, con relación a las pruebas y alegaciones del solicitante. Así se declara.
Titulo III
Capitulo I
DECISIÓN
Por las razones que anteceden, este Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, Tránsito y de Protección del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del Estado Miranda, administrando Justicia en nombre de la República Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley, declara:
Primero: CON LUGAR el recurso de apelación ejercido por el Abogado DANIEL PETTER NIETO, en su carácter de apoderado judicial de los ciudadanos ROSA MARIA DOS SANTOS LOPEZ y ROSA MARIO DOS SANTOS, contra el auto dictado en fecha 04 de abril de 2005, por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Miranda, que negara la solicitud de medidas cautelares, en el Juicio que por Rendición de Cuentas, incoaran en contra de los ciudadanos ALBERTO MENDES y EDUARDO DOS SANTOS CONCEICAO, todos identificados en la parte inicial de esta sentencia.
Segundo: NULO el auto dictado en fecha 04 de abril de 2005, por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Miranda, recurrido en apelación, debiendo en consecuencia el Tribunal de origen, con miras a la garantía del principio de la doble instancia, emitir nuevo pronunciamiento con respecto a las medidas solicitadas, atendiendo a las consideraciones expresadas en el presente fallo.
Tercero: Dada la naturaleza de la presente decisión no hay especial condenatoria en costas.
Cuarto: Remítase el presente expediente a su Tribunal de origen, en su debida oportunidad legal.
Quinto: Regístrese, notifíquese y publíquese, incluso en la página web de este despacho, y déjese copia de la presente decisión.
Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho del Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, Tránsito y de Protección del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del Estado Miranda, en Los Teques, a los treinta (30) días del mes de marzo de dos mil seis (2006). Años 195° de la Independencia y 147° de la Federación.
LA JUEZ
DRA. HAYDEE ALVAREZ DE SOLTERO
EL SECRETARIO
MARIO ESPOSITO CASTELLANOS
En la misma fecha se publicó y registró la presente decisión, siendo las once de la mañana (11:00 a.m.).
EL SECRETARIO
MARIO ESPOSITO CASTELLANOS
HAdeS/me
Exp. No. 05-5799
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