REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
EN SU NOMBRE
JUZGADO PRIMERO DE MUNICIPIO DEL MUNICIPIO GUAICAIPURO
DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO BOLIVARIANO DE MIRANDA
EXPEDIENTE Nº 129059
PARTE ACTORA: CAJA DE AHORRO Y PRESTAMO DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS DEL ESTADO BOLIVARIANO DE MIRANDA, Asociación Civil sin fines de lucro, inscrita por ante la Oficina Subalterna de Registro del Municipio Guaicaipuro del Estado Bolivariano de Miranda, Los Teques, en fecha 04 de junio de 1998, bajo el N° 45, protocolo primero, tomo 25 del segundo trimestre, e inscrita a su vez ante la Superintendencia de Cajas de Ahorro, bajo el N° 616 del sector público, de fecha 19 de junio de 1998.
APODERADO JUDICIAL DE LA PARTE DEMANDANTE: Abogado MAGALLANES ESCORIHUELA MARCOS ALEXANDER, inscrito en el Inpreabogado bajo el N° 120.711.
PARTE DEMANDADA: Ciudadano JESUS ENRIQUE FLORES RAMIREZ, venezolano, mayor de edad, titular de la cédula de identidad N° 13.728.023.
APODERADO JUDICIAL DE LA PARTE DEMANDADA: No tiene constituido.
MOTIVO: RESOLUCION DE CONTRATO CON RESERVA DE DOMINIO.
SENTENCIA: Interlocutoria con Fuerza de Definitiva (Perención Breve).
I
En fecha 18 de enero del año 2012, se recibió mediante el sistema de distribución la demanda que da origen a las presentes actuaciones, incoada por el abogado MAGALLANES ESCORIHUELA MARCOS ALEXANDER, en su carácter acreditado en autos, contra el ciudadano JESUS ENRIQUE FLORES RAMIREZ, ante este Tribunal. En dicha demanda, la parte actora manifiesta que en fecha 03 de junio de 2010, su representada celebró con el ciudadano JESUS ENRIQUE FLORES RAMÍREZ, un contrato de compra venta con RESERVA DE DOMINIO, de un vehículo: marca: ENCAVA, modelo: IZUSU, año: 1985, color: BLANCO y MULTICOLOR, clase: MINIBUS, tipo: COLECTIVO, uso: TRANSPORTE PUBLICO, placa: AC5135, serial de motor: 411014, serial de carrocería: I19602508191, al cual le pertenece el certificado de registrado número I19602508191, emanado del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre en fecha 10 de marzo de 2010, el cual quedó autenticado ante la Notaría Pública del Municipio Guaicaipuro del Estado Bolivariano de Miranda, en fecha 03 de junio de 2010, según tomo 158, número 034, de los libros de autenticaciones llevados ante dicha Notaría. En dicho contrato, se estableció que el monto del financiamiento otorgado por su representada, para la adquisición del vehículo al ciudadano JESUS ENRIQUE FLORES RAMÍREZ fue por la cantidad de CINCUENTA MIL BOLÍVARES SIN CENTIMOS (Bs. 50.000,00), los cuales devengarían un interés anual del 12% sobre saldo deudor, durante el plazo de CUARENTA Y OCHO (48) meses, contados a partir del 31 de marzo de 2010, siendo el monto total financiado más los intereses, SESENTA Y TRES MIL DOSCIENTOS VEINTISEIS BOLÍVARES CON DOS CENTIMOS (Bs. 63.226,02), obligándose el ciudadano JESUS ENRIQUE FLORES RAMÍREZ, a cancelar a su representada la cantidad de 48 mensualidades iguales y consecutivas, desde el momento en que se realizó el contrato con reserva de dominio de QUINIENTOS BOLÍVARES SIN CENTIMOS (Bs. 500,00), las referidas cuotas comprendían abonos a capital e intereses de la rata estipulada, las mismas debían ser canceladas dentro de los primeros cinco días de cada mes hasta el pago total del monto adeudado. Adicionalmente, el demandado debía cancelar adicionalmente 08 cuotas especiales distribuidas de la siguiente forma: Siete cuotas de CINCO MIL BOLÍVARES SIN CENTIMOS (Bs. 5.000,00), la primera de ellas el 01 de junio de 2010, la segunda el 01 de diciembre de 2010, la tercera el 01 de junio de 2011, la cuarta el 01 de diciembre de 2011, la quinta el 01 de junio de 2012, la sexta el 01 de diciembre de 2012 y la séptima el 01 de junio de 2013, y la última cuota por la cantidad de CUATRO MIL DOSCIENTOS VEINTISEIS BOLÍVARES CON DOS CENTIMOS (Bs. 4.226,02). El caso es, que el ciudadano JESUS ENRIQUE FLORES RAMÍREZ, ha dejado de pagar a su representada, desde la cuota correspondiente al mes de abril de 2011, y los meses sub-siguientes, cuya suma arroja la cantidad de CUATRO MIL QUINIENTOS BOLÍVARES SIN CENTIMOS (Bs. 4.500,00), más dos (2) cuotas especiales de junio y diciembre de 2011, por un monto de DIEZ MIL BOLÍVARES SIN CENTIMOS (Bs. 10.000,00), más los intereses moratorios de las referidas cuotas, que constituyen a la fecha de la presentación de la demanda, la cantidad de TRESCIENTOS TREINTA Y NUEVE BOLÍVARES CON CINCO CENTIMOS (Bs. 339,05), siendo la suma de todos los conceptos la cantidad de CATORCE MIL OCHOCIENTOS TREINTA Y NUEVE BOLÍVARES CON CINCO CENTIMOS (Bs. 14.839,05). Por todo lo antes dicho, es que se demanda al ciudadano JESUS ENRIQUE FLORES RAMÍREZ, para que convenga o en su defecto sea condenado por este Tribunal a lo siguiente: PRIMERO: En resolver el contrato de venta con reserva de dominio celebrado entre el ciudadano JESUS ENRIQUE FLORES RAMÍREZ, y su representada. SEGUNDO: En reconocer que quedan en beneficio de su representada el monto cancelado por el ciudadano JESUS ENRIQUE FLORES RAMÍREZ, a título de compensación e indemnización por el uso del vehículo hasta el día de hoy. TERCERO: En hacer entrega a su representada, el vehículo objeto de la venta con reserva de dominio cuya resolución se reclama. CUARTO: Que en caso de que no se pueda ubicar el vehículo objeto de la demanda, o que el poseedor del mismo no quiera hacer entrega de este, se oficie al Cuerpo de Investigaciones, Científicas, Penales y Criminalísticas, con el objeto de que lo incluyan dentro de su Sistema Computarizado de Información Policial (SIPOL), como solicitado. QUINTO: Que sea condenado en costas procesales, incluyendo los honorarios de los abogados, los cuales se fijan en el 30% del monto total definitivo. La parte demandante estimo la demanda incoada, en la cantidad de CATORCE MIL OCHOCIENTOS TREINTA Y NUEVE BOLÍVARES CON CINCO CENTIMOS (Bs. F. 14.839,05), equivalente a CIENTO NOVENTA Y CINCO COMA VEINTICINCO UNIDADES TRIBUTARIAS (195,25 U. T.).
En fecha 15 de febrero del año 2012, comparece ante este Tribunal, el apoderado judicial de la parte demandante, con el objeto de consignar los recaudos necesarios para la continuación del juicio que se ventila en el presente expediente.
Admitida dicha demanda, en fecha 22 de febrero del año 2012, se ordenó el emplazamiento de la parte demandada, para que compareciera ante este Tribunal el segundo (2°) día de despacho siguiente a la constancia en autos de la citación debidamente practicada por el Alguacil, con el objeto de que diera contestación a la demanda, dejándose en esa misma fecha constancia, que no fueron suministrados los fotostatos necesarios para la elaboración de la compulsa respectiva.
En fecha 21 de marzo del año 2012, previa consignación en autos de los fotostatos requeridos, fue librada compulsa dirigida a la parte demandada.
En fecha 30 de mayo del año 2012, comparece ante este Tribunal el ciudadano JESUS ALBERTO VALDERRAMA ALAYON, en su carácter de Alguacil del mismo, con el fin de consignar a objeto de que sea agregado a los autos, compulsa librada al ciudadano JESUS ENRIQUE FLORES RAMIREZ, toda vez que desde la fecha de entrega de la compulsa hasta la diligencia de consignación, han transcurrido un lapso de más de 02 meses y la parte demandante no ha comparecido a los fines de gestionar la citación del accionado, aunado igualmente, al hecho que dicha parte no ha cumplido con la carga que le impone la Ley de suministrar al funcionario quien suscribe los medios y recursos necesarios para gestionar la citación del accionado, cuya dirección dista más de 500 metros de la sede de este Tribunal.
Establecido lo anterior, este Juzgado procede a decidir de la forma siguiente:
II
Nuestro Código de Procedimiento Civil, contempla la figura de la perención de la instancia, atribuyéndole carácter objetivo, al señalar en su Exposición de Motivos lo siguiente: “(...) Se logra así, bajo la amenaza de la perención una más activa realización de los actos del proceso y una disminución de los casos de paralización de la causa durante un período de tiempo muy largo, como ocurre actualmente, de tal modo que el proceso adquiere una continuidad que favorece la celeridad procesal por el estímulo en que se encuentran las partes para realizar actos y evitar la extinción del proceso. Se han escogido para lograr este propósito las mismas circunstancias tomadas en cuenta en el Proyecto mencionado –se refiere al proyecto de Ley de Reforma Parcial del Código de Procedimiento Civil, preparado por el Ministerio de Justicia en el año 1959- que son aquellas que con más frecuencia permiten en la práctica la paralización del proceso por falta de actividad del demandante o de ambas partes, tal como se indica en los ordinales 1, 2, 3 y 4 del Artículo 267 (…)”. Entonces podemos decir, que la perención de la instancia, a diferencia de otros medios de terminación del proceso, no se encuentra vinculada a la voluntad de las partes ni del Juez, sino que procede con ocasión de circunstancias fácticas y objetivas que deben concurrir a los fines de que se verifique la misma. En consecuencia, la adopción de este sistema objetivo, por parte del Legislador, revistió a la institución de la perención de una naturaleza eminentemente sancionatoria, siendo aplicable, conforme lo dispone el Artículo 268 del Código de Procedimiento Civil, a las partes; independientemente que alguna de ellas resulte ser la República, Estados, Municipios, Establecimientos Públicos, menores ó cualquier otra persona que no tenga la libre administración de sus bienes.
La perención constituye un medio autónomo de terminación del proceso, distinto de la sentencia, que se basa en la presunción de que las partes han abandonado o perdido el interés en el juicio derivada de la falta de impulso procesal, es decir, por no instar el procedimiento mediante el cumplimiento de las obligaciones o cargas procesales que la misma Ley les impone, tal y como se desprende de la disposición contenida en el Artículo 267 del texto legal mencionado, según la cual:
“Toda instancia se extingue por el transcurso de un año sin haberse ejecutado ningún acto de procedimiento por las partes. La inactividad del Juez después de vista la causa, no producirá la perención...”.
En concordancia con la disposición antes transcrita, el Artículo 268 eiusdem establece que la perención se verifica de derecho y no es renunciable por las partes, siendo uno de sus efectos la extinción del proceso. Adicionalmente, puede ser decretada de oficio por el Tribunal y la sentencia que la declare es apelable libremente.
Ahora bien, constituyen presupuestos de procedencia de la perención los siguientes: 1) La existencia de una instancia válida, de allí que no pueda operar en el caso de una demanda que no ha sido admitida por el Tribunal. Al respecto, la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia de fecha 22 de mayo de 2001, sostuvo lo siguiente: “Nuestro Código de Procedimiento Civil utiliza el término instancia en dos sentidos diferentes. Como solicitud, petición o impulso, cuando alguna disposición exige que el Juez proceda a instancia de partes. Como proceso judicial de conocimiento, desde que se inicia con la demanda, hasta la sentencia definitiva de fondo. En tal sentido, hable el Código de Jueces de Instancia, o juez de primera o segunda instancia”. En el caso sub-iúdice, la demanda que da lugar al presente juicio fue admitida por este Juzgado en fecha 22 de febrero del año 2012, en tal virtud se cumple el primer presupuesto de la norma. 2) El transcurso de un lapso de tiempo que varía según las distintas modalidades que ha previsto el legislador. Efectivamente, el legislador estableció que opera la perención por el transcurso de un lapso de tiempo de treinta (30) días a contar desde la fecha de admisión de la demanda, el demandante no hubiese cumplido con las obligaciones que le impone la ley para que sea practicada la citación del demandado (Ordinal 1° del Artículo 267 del Código de Procedimiento Civil). No obstante ello, la vigente Carta Fundamental, en su artículo 26, dispone que el Estado debe garantizar una justicia gratuita. Ante tales disposiciones y teniendo en consideración la doctrina que hasta la entrada en vigencia de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, según la cual la carga que debía cumplir la parte demandante para evitar que operara la perención de la instancia consistía en el pago de arancel judicial, corresponde determinar si la norma constitucional conlleva o no a la derogatoria de la perención breve, prevista en el Ordinal 1° del Artículo 267 del Código de Procedimiento Civil, cuyo contenido es del tenor siguiente:
“(…) También se extingue la instancia:
1° Cuando transcurridos treinta días a contar desde la fecha de admisión de la demanda, el demandante no hubiese cumplido con las obligaciones que le impone la ley para que sea practicada la citación del demandado…”.
En relación a dicha disposición, el máximo Tribunal de la República interpretó que la única obligación que se impone al actor respecto de la citación del demandado, consiste -repito- en el pago del arancel judicial correspondiente, interpretación que pierde vigencia con ocasión de la garantía constitucional de la gratuidad (Artículo 26 de la Constitución Nacional), y de la disposición contenida en el artículo 254 eiusdem, según el cual: “(…) El Poder Judicial no está facultado para establecer tasas, aranceles ni exigir pago alguno por sus servicios”, lo que ha llevado a algunos tribunales ha sostener que tales disposiciones constitucionales derogan “tácitamente”, el citado ordinal 1° del artículo 267 del Código de Procedimiento Civil. Establecido lo anterior, este Juzgador disiente de dicho criterio, pues considera que la perención breve, independientemente de la garantía constitucional de la gratuidad de la justicia, no debe perder su vigencia y vigor, toda vez que con ella el Legislador pretende una activa realización de los actos del proceso y una disminución de los casos de paralización de la causa por tiempo muy largo, lo cual, evidentemente, favorece la celeridad procesal, toda vez que las partes se ven obligadas a realizar los actos que constituyen su carga procesal, a los fines de evitar la extinción de la instancia por su inactividad, todo lo cual también aparece consagrado en nuestra Carta Magna, precisamente en el Artículo 26, el cual, además de consagrar la gratuidad de la justicia, también dispone que la misma debe ser expedita y sin dilaciones indebidas. Seguidamente, se transcribe dicha norma constitucional: “Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de administración para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la decisión correspondiente. El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea, transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles” (Subrayado por el Tribunal). Ahora bien, uno de los elementos fundamentales del proceso es precisamente la acción, la cual constituye el derecho abstracto que posee toda persona en el seno de una sociedad, consistente en un poder jurídico que se ejerce frente al Estado, a través del órgano jurisdiccional, para reclamar la actividad jurisdiccional, esto es, para que se diriman los conflictos intersubjetivos mediante la imposición del derecho. En razón de esa finalidad de la acción, la misma se alcanza por medio del proceso, el cual a su vez consiste en un “conjunto complejo de actos que se desarrolla progresivamente encaminado hacia la decisión Jurisdiccional”, razón por la cual se afirma que, a través del proceso y de manera específica, se ejerce el dominio de acción y se deduce la pretensión, la cual por su parte, consiste en la reclamación frente a otro u otros sujetos de una determinada prestación. Por consiguiente, como en el proceso se deduce la pretensión y ésta se orienta a un sujeto distinto de aquél que la hace valer, para que esa pretensión pueda ser satisfecha es indispensable que se entable una relación jurídico procesal, a través de la citación del demandado, la cual constituye una carga procesal para el actor, una vez admitida la demanda que hubiere incoado. En otros términos podemos decir, que los actos que debe efectuar el actor tendientes a que el órgano Jurisdiccional pueda citar al demandado no son simples deberes u obligaciones procesales, que constituyen imperativos impuestos por la ley, en interés de un tercero o de la comunidad, sino que constituyen verdaderas cargas procesales, toda vez que siendo el actor quien deduce la pretensión, es su interés el que ésta pueda serle satisfecha a través de la sentencia, para lo cual deberá constituirse la relación jurídico procesal, mediante –repito- la citación del demandado (formalidad necesaria para la validez del juicio), de allí la importancia de este acto procesal, y así lo consideró el legislador no sólo al contemplar la perención breve por falta oportuna de citación, sino que adicionalmente confiere al accionante, en el Artículo 218 de la Ley Adjetiva, la potestad de gestionarla incluso por intermedio de un Notario de la jurisdicción del Tribunal.
En conclusión, una vez que ha sido debidamente admitida una demanda, uno de los efectos procesales que se deriva es, precisamente, hacer nacer, en cabeza del demandante, la carga de gestionar la citación del demandado, formalidad necesaria para la validez del juicio, y que debe ser cumplida por el actor, pues es quien tiene el interés primario en que se trabe el proceso para así ver satisfecha su pretensión. Por las consideraciones que anteceden, este Juzgador considera que el impulso para lograr tal citación, íntimamente relacionado con la carga, no puede reducirse al pago de un arancel judicial, inexistente en la actualidad, sino que se requiere que el accionante realice actuaciones para lograr la citación, ello, por supuesto, dentro del lapso que la misma ley otorga, y de esta forma demostrar que tiene interés en impulsar el proceso para obtener con prontitud la decisión respectiva. En este sentido la Sala de Casación Civil ha sostenido que continúa vigente la obligación arancelaria prevista en el artículo 12 de la Ley de Arancel Judicial, que impone otra carga al demandante a los fines de que no se verifique la perención de la instancia, esto es, los pagos destinados a satisfacer las necesidades de transporte, manutención y hospedaje de los funcionarios o auxiliares que deban evacuar diligencias fuera de la sede del Tribunal, tal y como lo estableció el Máximo Tribunal de la República, en Sala de Casación Civil en sentencia de fecha 06 de julio de 2004, cuando expresó: “(...) Estas obligaciones son las contempladas en el Artículo 12 de la Ley de Arancel Judicial, relativas al suministro de vehículo para el traslado de los funcionarios y auxiliares de justicia que intervengan en actos o en diligencias atinentes a asuntos que cursen ante Tribunales, Notarías o Registros, y que deban evacuarse fuera de sus respectivos recintos, incluyendo-además de los vehículos para la transportación o los gastos que ella ocasione-los gastos de manutención y hospedaje que ocasione la evacuación del acto o diligencia, siempre y cuando dicha actuación haya de practicarse en lugares que disten más de 500 metros del lugar o recinto del Tribunal, Notaría Pública o Registro. Nadie osaría discutir ni poner en duda que el contenido del artículo 12 de la Ley de Arancel Judicial, constituye una obligación que el demandante debe satisfacer cuando la citación del demandado haya de practicarse en un sitio que diste más de 500 metros del lugar o recinto donde el Tribunal tiene su sede, ni nadie podría afirmar que el contenido económico de esta obligación pueda ser calificado de arancel judicial o ingreso público tributario. En efecto, lo que se pague por transporte, hospedaje o manutención del funcionario judicial Alguacil (en caso de citación para la contestación de la demanda) no está destinado a coadyuvar al logro de la eficiencia del Poder Judicial ni para que todos tengan acceso a la justicia ni tampoco era pagado en las instituciones bancarias con las cuales la extinta Oficina Nacional de Arancel Judicial había celebrado convenios para la percepción de los tributos. Los pagos destinados a satisfacer las necesidades de transporte, manutención y hospedaje de los funcionarios o auxiliares que deban evacuar diligencias fuera de la sede el Tribunal, son del único y exclusivo interés del peticionante o demandante – según el caso – ya que se repite, no responde al concepto de ingreso público de carácter tributario, y cuyos montos ingresan al patrimonio del transportista, hotelero o proveedor de estos servicios (…) Siendo así esta Sala establece que la obligación arancelaria que previó la Ley de Arancel Judicial perdió vigencia ante la manifiesta gratuidad constitucional, quedando con plena aplicación las contenidas en el precitado artículo 12 de dicha ley y que igualmente deben ser estricta y oportunamente satisfechas por los demandantes dentro de los 30 días siguientes a la admisión de la demanda, mediante la presentación de diligencias en la que ponga a la orden del alguacil los medios y recursos necesarios para el logro de la citación del demandado, cuando ésta haya de practicarse en un sitio o lugar que diste más de 500 metros de la sede del Tribunal; de otro modo su omisión o incumplimiento, acarreará la perención de la instancia, siendo obligación del Alguacil dejar constancia en el expediente de que la parte demandante le proporcionó lo exigido en la ley a los fines de realizar las diligencias pertinentes a la consecución de la citación. Queda de esta forma modificado el criterio de esta Sala a partir de la publicación de esta sentencia, el cual se aplicará para las demandas que sean admitidas al día siguiente de la fecha en la cual se produzca ésta. Así se establece…” (Subrayado por el Tribunal). De allí que el fundamento de la institución de la perención es forzar la pronta integración de la relación procesal con el llamamiento en causa del demandado, ante el cometido de la perención es indispensable que el demandante impulse la citación.
Por los razonamientos anteriormente expuestos, este Tribunal observa que en el caso que nos ocupa, la demanda fue admitida el 22 de febrero del año 2012, siendo librada la respectiva compulsa en fecha 21 de marzo del año 2012, previa consignación en autos de los fotostatos requeridos, dejando el Alguacil de este Juzgado mediante diligencia, constancia en fecha 30 de mayo del año 2012, que consigna a objeto de que sean agregadas a los autos, la compulsa librada a la parte demandada, toda vez que desde la fecha de entrega de la compulsa hasta la diligencia de consignación, han transcurrido un lapso de más de 02 meses y la parte demandante no ha comparecido a los fines de gestionar la citación del accionado, aunado igualmente, al hecho que dicha parte no ha cumplido con la carga que le impone la Ley de suministrar al funcionario quien suscribe los medios y recursos necesarios para gestionar la citación del accionado, cuya dirección dista más de 500 metros de la sede de este Tribunal, lo que evidencia que ha transcurrido más de treinta (30) días de despacho desde la admisión de la demanda, sin que la parte interesada haya gestionado la citación de la parte demandada, suficientemente identificada, evidenciándose de esa manera, que la parte actora no ha cumplido con la carga procesal de gestionar la citación del demandado, dentro del lapso de treinta días a que se refiere el Ordinal 1° del Artículo 267 de la Ley Adjetiva, debiendo este tribunal declarar de oficio la perención de la instancia por inactividad de la parte actora, por no haber cumplido las diligencias relativas a lograr la citación del demandado en el lapso establecido para ello, y así se decide.
III
Por las consideraciones que anteceden, este Juzgado Primero de Municipio del Municipio Bolivariano de Guaicaipuro de la Circunscripción Judicial del Estado Bolivariano de Miranda, administrando justicia en nombre de la República Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley, decreta la PERENCIÓN BREVE DE LA INSTANCIA, de conformidad con lo establecido en los Artículos 267, Ordinal 1°; 269 del Código de Procedimiento Civil, y consecuentemente, EXTINGUIDO EL PRESENTE PROCESO de acuerdo a lo dispuesto en el Artículo 270 eiusdem.
Dada la naturaleza del presente fallo no hay condenatoria en costas.
Para darle cumplimiento a lo ordenado en el artículo 248 del Código de Procedimiento Civil, déjese copia certificada de la anterior sentencia.
Notifíquese a la parte actora.
PUBLÍQUESE Y REGÍSTRESE
Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho del Juzgado Primero de Municipio del Municipio Bolivariano de Guaicaipuro de la Circunscripción Judicial del Estado Bolivariano de Miranda, con sede en Los Teques, a los 21 días del mes de junio del año 2012. A los 202º años de la Independencia y 153º años de la Federación.
LA JUEZ SUPLENTE ESPECIAL,
Abg. TERESA HERRERA ALMEIDA.
EL SECRETARIO ACCIDENTAL,
Abg. JESUS ALBERTO VALDERRAMA ALAYON.
En la misma fecha se publicó y registró la anterior decisión, previo el anuncio de Ley, siendo las 02:30 de la tarde.
EL SECRETARIO ACCIDENTAL,
THA/JAVA/Deivyd
Exp. N° 129059
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