CUARTO DE PRIMERA INSTANCIA EN LO CIVIL, MERCANTIL Y DEL TRÁNSITO DE LA CIRCUNSRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO TÁCHIRA. San Cristóbal, 22 de junio de 2022.
212° y 163°
En observancia de la medida solicitada en el escrito de la demanda, suscrita por el ciudadano: JOSE LUIS CASTRO CASTRO, venezolano, mayor de edad, soltero, titular de la Cédula de Identidad N° V-6.717.266, debidamente asistido en este acto por el Abogado en ejercicio ANYELO JOSÉ ROSALES ROPERO, venezolano, mayor de edad, Titular de la Cédula de Identidad N° V-18.161.031, inscrito en el Instituto de Previsión Social del Abogado, bajo el N° 310.677, Este Órgano Jurisdiccional, hace las siguientes consideraciones:
En el ámbito de las medidas cautelares, está en la potestad el Juez de apreciar la existencia o no del derecho que se reclama, este juicio preliminar que hace el Juez, no ahonda sobre el fondo del problema sino se limita a verificar que estén llenos los extremos del artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, vale decir, que exista riesgo manifiesto que quede ilusoria la ejecución del fallo siempre que se acompañe medio de prueba que constituya presunción grave de esta circunstancia y del derecho que se reclama.
Establece el manual adjetivo civil lo siguiente:
“Artículo 585.- Las medidas preventivas establecidas en este Título las decretará el Juez, sólo cuando exista riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del fallo y siempre que se acompañe un medio de prueba que constituya presunción grave de esta circunstancia y del derecho que se reclama.”
“Artículo 588.- En conformidad con el Artículo 585 de este Código, el Tribunal puede decretar, en cualquier estado y grado de la causa, las siguientes medidas:
1º El embargo de bienes muebles;
2º El secuestro de bienes determinados;
3º La prohibición de enajenar y gravar bienes inmuebles.”

De las normas supra trascritas, se desprenden dos (2) requisitos básicos para que el Tribunal pueda acordar las Medidas Preventivas de esta naturaleza, como lo son:
1) La existencia de un riesgo manifiesto que quede ilusoria la ejecución del fallo o perículum in mora; y
2) Una prueba que constituya presunción grave del derecho que se reclama o fumus boni iuris; presupuestos necesarios y concurrentes para que el Tribunal pueda decretar las medidas de: 1° El embargo de bienes muebles; 2° El secuestro de bienes determinados; 3° La prohibición de enajenar y gravar de bienes inmuebles.
Así las cosas, considera conveniente este juzgador destacar con relación a las medidas cautelares, que las mismas constituyen un instrumento de la justicia dispuesto para que el fallo jurisdiccional sea ejecutable y eficaz de resultar favorecido el accionante.
Sin duda alguna, viene a ser una expresión de la tutela judicial efectiva que consagra nuestra Carta Magna.
Siguiendo este orden de ideas, el Juez puede hacer uso de la facultad cautelar de decretar medidas preventivas, debiendo verificar el cumplimiento de los requerimientos contenidos en los artículos 585 y 588 del Código de Procedimiento Civil, los cuales fueron anteriormente señalados, vale decir:
1) La existencia de prueba que constituya presunción grave del derecho que se reclama o fumus boni iuris
2) La existencia de un riesgo manifiesto que quede ilusoria la ejecución del fallo o perículum in mora; y
3) La existencia de un fundado temor que una de las partes pueda causar lesiones graves o de difícil reparación al derecho de la otra o periculum in damni, éste último para el caso de solicitud de medidas innominadas.
Este Tribunal, considera pertinente destacar, que en el primer caso, el buen derecho, se relaciona con la presunción grave del derecho que se reclama; ésta radica en la necesidad que se pueda presumir al menos que el contenido de la sentencia definitiva del juicio reconocerá, como justificación de las consecuencias limitativas que acarrea la medida cautelar, el decreto precio ab initio o durante la secuela del proceso de conocimiento de la medida pre-cautelativa. Es menester, un juicio de verosimilitud que haga presumir la garantía que la medida preventiva cumpla con su función instrumentalizada de asegurar el resultado práctico de la ejecución forzada o la eficacia del fallo.
La segunda condición de procedencia, es el peligro en el retardo, que concierne a la presunción de existencia de las circunstancias de hecho que, si el derecho existiera, serían tales que harían verdaderamente temible el daño inherente a la inefectividad del fallo e insatisfacción del derecho.
Esta condición de procedencia de la medida ha quedado comprendida genéricamente en la frase “(…) cuando exista riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del fallo y siempre que se acompañe un medio de prueba que constituye presunción grave de esta circunstancia (…)”.
El peligro en la mora obedece a dos motivos: Uno constante y notorio, que no necesita ser probada, cual es la inexcusable tardanza del juicio de conocimiento, el arco de tiempo que necesariamente trascurre desde la interposición de la demanda hasta el libramiento del mandamiento de ejecución; otra causa, son los hechos del demandado durante ese tiempo para burlar o desmejorar la efectividad de la sentencia esperada, sin embargo, cuando la medida decretada sea atípica o innominada, la doctrina ha establecido que deben cumplirse los requisitos antes mencionados y también debe probar la existencia del fundado temor que una de las partes, en el curso del proceso, pueda causar lesiones graves o de difícil reparación al derecho de la otra, conocido con el aforismo en latín periculum in damni.
El criterio de la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, se basa en la interpretación literal del término “podrá”, empleado en el artículo 588 del Código de Procedimiento Civil, cuyo contenido y alcance es determinado de conformidad con el artículo 23 Ejusdem, a pesar que esa norma remite el término decretará en modo imperativo. Es evidente que cumplidos los extremos el Juez debe decretar la medida, con lo cual le es impartida una orden, que no debe desacatar.
Asimismo, debe tener en cuenta este Juzgador lo señalado en sentencia 0355, de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, de fecha 11 de mayo de 2.000, con ponencia del Magistrado Dr. Héctor Peñas Torreles; el cual señaló lo siguiente:
“…El fundamento teleológico de las medidas cautelares reside… en el principio de la necesidad de servicio del proceso para obtener la razón no debe volverse en contra de quien tiene la razón. En tales términos, la potestad general cautelar del juez, parte íntegramente del derecho a la tutela judicial efectiva, se presenta como un instrumento para evitar justamente que el necesario transcurso del tiempo que implican los procedimientos de conocimiento completo, opera en contra de la efectiva tutela judicial de los ciudadanos en las defensas de sus derechos e intereses…”
Igualmente, es resaltante acotar lo contenido en sentencia N° 0768 de la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, donde señaló lo siguiente:
“…Tratándose de una solicitud de medida preventiva y de conformidad con lo dispuesto en el artículo. 585 del Código de Procedimiento Civil, la oportunidad para acompañar el medio de prueba que constituya presunción grave de que quede ilusoria la ejecución del fallo y del derecho que se reclama, es el momento en que se introduce la respectiva solicitud…”.
A este respecto, ha señalado el Tribunal Supremo de Justicia en Sala de Casación Civil, en sentencia de fecha 10 de octubre de 2006, con ponencia de la Magistrada Dra. Isbelia Pérez Velásquez; con relación a los requisitos exigidos para decretar la medida preventiva indicó:
“(…) En toda sentencia el juez realiza una operación lógica de vinculación de norma general (artículo 585 y 588 del Código de Procedimiento Civil) con el caso concreto; esa operación lógica consiste en un razonamiento jurídico que le ha sido planteado. Es decir, el deber de motivar la sentencia consiste en la explicación por parte del juez del razonamiento lógico que justifica la decisión que tomó respecto al caso concreto, dentro de las reglas de derecho con fundamentos jurídicos (…)”
Asimismo, la Sala ha establecido respecto de la capacidad de decisión del juez en el decreto de las medidas preventivas, entre otras, en sentencia de 21 de junio de 2005, caso: Operadora Colana C.A, c/ José Lino De Andrade y otra, lo siguiente:
“(…) La Sala acoge el criterio doctrinal y jurisprudencial que anteceden, y en consecuencia considera que de acuerdo a la naturaleza de la cautelar solicitada, el sentenciador deberá apreciar, no sólo el hecho de la tardanza del juicio que no es imputable a las partes, sino todas aquellas circunstancias que pongan de manifiesto que en virtud de ese retardo, no podrá satisfacerse la pretensión del actor, lo que dicho con otras palabras significa que en ese caso el Juez deberá ponderar si el demandado hace nugatorio de cualquier forma la pretensión del accionante, valiéndose de la demora de la tramitación del juicio.
De esta forma, el Juez puede establecer si se han cumplido los extremos de acuerdo a la cautela solicitada, para lo cual deberá verificar que exista una presunción grave de un estado objetivo de peligro que haga aparecer como inminente la realización del daño derivado de la insatisfacción del derecho, para lo cual tiene amplia discrecionalidad. (omissis).”
Ahora bien, apuntan las documentales consignadas, sin que pueda entenderse como adelantar opinión sobre el fondo de lo controvertido; la presunción del buen derecho que tiene la parte actora para solicitar la medida de prohibición de enajenar y gravar; concluyendo el Tribunal que de los recaudos consignados, se desprende la condición del fumus bonis iuris, esto es el primero de los supuestos de procedencia contemplados en el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, el cual se encuentra satisfecho para la medida peticionada.
Así mismo, el tribunal encuentra satisfecha la segunda exigencia relativa al “periculum in mora”; esto, sobre la base del riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del fallo por la tardanza en la emisión de la providencia principal o la demora en el juicio.
En consecuencia; y en fuerza de los razonamientos anteriores, este Tribunal encuentra satisfechos los dos requisitos atinente al “periculum in mora” y “fumus boni iuris” obligatorios para la declaración de la medida tanto de prohibición de enajenar y gravar. Y Así se decide.
Por lo anteriormente expuesto y de conformidad con lo establecido en los artículos 585 y 588 del Código de Procedimiento Civil, SE DECRETA MEDIDA DE PROHIBICION DE ENAJENAR Y GRAVAR, sobre los siguientes bienes:
a) Un lote terreno propio y casa-quinta sobre él construida, ubicado en la calle 6, casa Nro. 5-38, Sector Guaramito, Michelena, Municipio Michelena Estado Táchira, el terreno tiene una superficie aproximada de CUATROCIENTOS VEINTE METROS CUADRADOS (420m2); que está comprendido dentro de los siguientes linderos: Norte: Con predios que son o fueron de Ismael Roa Rosales, mide DIEZ METROS (10 m); Sur: con la calle 6, de la población de Michelena, en igual medida a la anterior; Este: Predios de Angel Rivas, mide CUARENTA Y DOS METROS (42 m), y Oeste: Con terreno propiedad de Jose Luis Miranda, en igual medida a la anterior, la casa en cuestión consta de: TRES (3) Habitaciones, Sala-Comedor, Cocina, DOS(2) Baños, garaje, UN (1) Porche, patio y servicios anexos. Inmueble habido en compra legal hecha a la Ciudadana ROSA BENILDE ROSALES MEDINA, portadora de la Cédula de Identidad Nº V-173.257, el cual quedó registrado bajo la Matrícula 2004RI-TOMOVI-41, Libro de inscripción de Registro Inmobiliario, de los archivos que lleva la Oficina Subalterna del Registro Público del Municipio Michelena del Estado Táchira; de fecha 17 de junio de 2.004, documento esta en el cual se constituyó una Hipoteca de Primer Grado a favor de EL INSTITUTO DE PREVISIÒN Y ASISTENCIA SOCIAL PARA EL PERSONAL DEL MINISTERIO DE EDUCACIÒN (IPASME), hipoteca ésta que posteriormente es legalmente liberada mediante tal y como consta en documento debidamente protocolizado ante la Oficina Subalterna del Registro Público del Municipio Michelena del Estado Táchira; de fecha 10 de septiembre de 2.019, quedando inscrito bajo el Nº 12, folio 39 del Tomo 3..
b) un lote de terreno propio, con rastrojos, de topografía accidentada y ripiosa, con una superficie aproximada de 3,32 hectáreas, puesto a que forma parte de una mayor extensión de terreno denominado “La Playa”, ubicado en la Aldea Platanales, Municipio Michelena del Estado Táchira, y comprendido dentro de los siguientes Linderos: NORTE: Con la Quebrada Bucaramanga; SUR: Predios que son o fueron de Pánfilo Medina y Rufo Rosales, ORIENTE (ESTE): con un camino público; OCCIDENTE (OESTE): con la Quebrada La Jalapa, Los Derechos y Acciones aquí adquiridos le pertenecen a las vendedoras según Numeral 2, de la Cartilla de Adjudicación N° 2, del documento de Partición, Protocolizado por ante la Oficina de Registro Subalterno del Municipio Michelena, Estado Táchira, bajo el N° 6, Tomo III, Protocolo Primero de fecha 13 de septiembre de 1.996. y el presente documento quedo registrado bajo la matrícula 2004RI-TOMOVIII-08, LIBRO DE INSCRIPCIÓN DE REGISTRO INMOBILIARI de fecha 27 de julio de 2004.
c) un inmueble cuyas características se describen a continuación: Un solar que mide cinco metros con sesenta y dos centímetros (5,62 m) de ancho, por treinta y cinco metros (35 m) de largo, con su correspondiente casa de habitación, constante de una sala, cuatro (4) dormitorios, cocina, comedor, servicios sanitarios, lavadero, lava-manos, instalaciones de agua por tubería de acueducto público y luz eléctrica, un tanque para depósito de agua, construida de paredes pisadas, ladrillo, techo de teja y pisos de cemento, situado en el área de la población de Michelena, Municipio Michelena, de Estado Táchira, se encuentra comprendido dentro de los siguientes linderos: NORTE: con predios que son o fueron de José Agustin Medina Rosales, SUR: con predios de Rosa Ramírez de Peña, ORIENTE: con la Carrera 1 y OCCIDENTE: con predios que son o fueron de Bernabé Medina Rosales. Lo aquí adquirido le pertenecía a la otorgante según consta en documento protocolizado en la oficina de Registro Inmobiliario del Municipio Michelena del Estado Táchira, bajo el Nº 22, Tomo I, Protocolo Primero, de fecha 15 de enero de 2001, y una vez celebrado el presente contrato de venta pura y simple quedó inscrito ante la oficina previamente identificada bajo la Matrícula 2004RI-TOMOXI-40, de fecha 09 de diciembre de 2004.
d) un lote de terreno propio, con casa de habitación sobre el mismo construida compuesta de tres (3) habitaciones; cocina, comedor, y demás adherencias y dependencias, piso de cemento, ubicado en la Laguna del Real, Municipio Michelena, Estado Táchira, y comprendido dentro de los siguientes linderos y medidas: CABECERA: Mide ciento cuarenta y cuatro metros (144 mts.), con predios de Acevedo García; PIE: Mide noventa y tres metros (93 mts.), con predios antes de hugo Medina, hoy Ruperto Medina, COSTADO DERECHO: Mide setenta y seis metros (76 mts.) antes con predios de Alejandrina García Moncada viuda de Medina, hoy Sucesión Medina, y COSTADO IZQUIERDO: Mide cincuenta metros (50 mts.), antes con predios de los Rivas, hoy con Benicio Medina. Lo aquí adquirido le pertenecía al vendedor según documento protocolizado por ante la Oficina Inmobiliaria de Registro Público del Municipio Michelena, Estado Táchira, el cual quedó inserto bajo la Matrícula 2008 RI-TOMO VII-08, Libro de inscripción de Registro de Fecha 30 de abril de 2008. Inmueble este que una vez adquirido fue Protocolizado por ante la Oficina Inmobiliaria de Registro Público del Municipio Michelena, Estado Táchira, bajo la Matrícula 2008RI-TOMO VIII-09, de fecha 21 de mayo de 2008.



Líbrese Oficio.



Abg. Johanna Lisbeth Quevedo Poveda
Juez Suplente

Abg. Katherin Dineyvi Diaz
Secretaria


En la misma fecha se cumplió con lo ordenado en el auto anterior, y se libraron los oficios Nº 256, para el ente público ante mencionado.







Abg. Katherin Dineyvi Diaz
Secretaria






Exp. Nº 9811
Letty.